sábado, 30 de marzo de 2013

Lucía




 
Erika Kuhn


Lucía dice “rojo”. Lucía está loca y habla conmigo y me pide que la coja. Entonces voy, ella está desnuda en el sexo.



Digo rojo y me pierdo en la humedad de tus poemas clitorianos. Que tus dedos me perforen pájaros que sepan braille.



Voy a mojarte. Lengua y baba y sidra y humo. Y amor, Lucía. El amor de un poquito de sidra demi sec en la pelvis y hundir 

Ves,
la perforación siempre es la misma,
sangre alcoholizada
y después el cuerpo eyacula abandonos.
Con el braille no alcanza,
tienen razón mis
pájaros muertos en el túnel furioso.
Yo quiero que me ames
lo que dura una cucaracha sin que la vea
un viento militar
que le pertenece a los padres que se fueron,
yo quiero que me chupes los pezones.



vos amás que te flagele los labios con la lengua

Que los enrede entre los dientes

Y estire

Estiro estiro

Gritá

Gritá que me amás

gritá que amás que tu escritora preferida te retuerza hasta que llores

(yo pongo las manos sobre mi cabeza y lamo mis axilas como si en tu sexo fueran a crecerte pijitas de cristal, que resbalen en punta)



Te amo
por eso no te hago llorar
cuando mi lengua
hace girar tu clítoris en naranja y rojo
como el mundo que te violó en el jardín de las muñecas.
Por eso
te hago vomitar gatos negros en celo
y gemir unicornios en viento

y te meto mi mano con flores



Noelia Palma; Lucía Santillán

sábado, 2 de marzo de 2013

Ibidem




Erika Kuhn



Escribir. Y el centro es Erika temblando en el río, con desmesura. ¿Hace cuántos años tu corazón no te veía regresar a la niña? Yo dije hacia dentro: ahora, ¿quién vive en la muerte menos roja que la muerte? Y un balbuceo en otro idioma se abrió del párpado hasta abajo. Lloramos, y el río era un tren directo a la infancia.
Al pedazo de carne domesticado lo atravesamos con un lápiz. No es poco. Aprendimos a jugar siendo adultas, a mecer las muñecas prestadas de la pobreza. Erika sonríe, la veo escribir un poema, mientras peino el cachito de plástico rubio, el pelo pajoso.
Más tarde hubo que pedirle a la guerra un poco de vida. La infancia era ser grandes para escribir un ensayo sobre la locura. El cuerpo no es triste si está loco. El cuerpo es una niña mirándose un hueco delicado.

Erika dibuja. Yo quería decirle que a los artistas los acuna el viento, que ella vive en las ramas de un árbol joven.
Lloramos, será entonces que nos estamos arrojando por la boca y por el ojo, será que escribo donde crecen niñas frotándose un cúmulo de pájaros, en el pecho.


Noelia Palma